Aunque siempre ha existido el bullying, es notorio que en este tiempo ha aumentado el numero de casos en el que se hace un uso de extrema crueldad.
Podemos decir que ha aumentado tanto en la cantidad de casos, como en intensidad de los mismos.
Las redes sociales han servido como intensificadores de la realidad, pero también nos han permitido atestiguar la frecuencia y la crueldad de este fenómeno.
Los que pertenecen a generaciones pasadas no pueden dejar de asombrarse de la gravedad de los casos de acoso escolar actuales.
Parece ser que en años pasados los padres estaban más al pendiente de sus hijos, pues no se veían los extremos a los que hoy se ha llegado. La realidad actual es que uno de cada tres niños de entre 6 a 12 años sufren acoso escolar en la ciudad de México por ejemplo. Quizá no sea así en todos los lugares pero es un indicio que debe prender las alarmas en todos nosotros.
El acoso escolar ha llegado a ser una cuestión cultural que afecta para mal. Por un lado, se ha infiltrado en la conciencia de todos y se ha aceptado que es algo con lo que tenemos que lidiar por que es normal, «son cosas de jóvenes».
Y por otro lado, el acoso escolar ahora ha llegado a ser parte del código social de la cultura juvenil: «todos lo hacen», empezando por los mas «populares». No participar es motivo de acoso por los compañeros, en lugar de que sea mal visto ser un acosador.
Pero centremonos solo en la responsabilidad de los padres. El problema del bullying es un problema de padres que no cumplen con su función de paternidad.
No solo es cuestión de padres ausentes, sino de padres que aunque están ahí, no hacen lo mas mínimo por educar a sus hijos. En culturas orientales se les llamaba bastardos no solo a los que no tenían padres, también a los que sus padres no los adoptaban para educarlos. Si, así como se oye, los propios padres adoptaban a sus hijos con el propósito de formarlos. Los que no eran adoptados por sus propios padres eran bastardos.
Las escrituras usan esa figura cuando dice que «Dios a los que ama disciplina y castiga a todo aquel que recibe por hijo». Es ahí donde se hace mención de que no somos bastardos, es decir, que si tenemos un padre que nos disciplina, haciendo alusión a Dios como padre formador.
Se puede decir en este contexto que es entonces un problema de bastardos, pero no como un insulto, mas bien como una descripción de aquellos que no han tenido padres que los formen por medio de una verdadera educación y ahora son un problema para su escuela, para la sociedad y para sus mismos padres.
Quizá para los maestros, escuelas y gobiernos sea difícil terminar con el acoso escolar según se ve, pero no para los padres. Cualquier padre o madre de familia puede sensibilizar a sus hijos respecto a éste y otros problemas. No se necesita mucho para que ellos no sean unos acosadores.
Por mas mal trabajo que hagan los padres al intentar formar a sus hijos, serán mas efectivos que lo que puede hacer la escuela, el gobierno o alguien mas.
Aunque no parezca, las palabras de los padres marcan a los hijos, para bien o para mal. El simple hecho de quererlos formar como gente de bien, ya les da un mensaje silencioso de amor que penetrará dentro de ellos y no los dejará durante toda su vida.
Por eso es muy raro que un niño educado en el hogar sea un acosador.
Puede decirse que todos los niños pasan por una etapa en que no son conscientes de que sus actos pueden molestar a otros mas pequeños, pero los padres, con constancia, pueden concientizarlos sin mayor problema.
Eso es madurar, los que no son concientizados por sus tutores no madurarán, y cuando estos están en contacto con otros que ellos perciben como mas débiles, es donde se manifiesta el problema del acoso, ya que no fueron entrenados en en los principios de convivencia social como el respeto y la compasión o ayudar al más débil.
Debemos decir que en los años inconscientes de los niños y adolescentes no se les puede echar toda la culpa, sino que los más responsables del problema del acoso escolar son los padres. Si todos los padres se hicieran cargo del desarrollo de sus hijos no existiría este problema. Aquí radica el problema, potencialmente siempre existirá ese ambiente porque siempre habrá padres que no se harán cargo de educar a sus hijos.
Depende entonces de los padres tanto educar a los hijos, como también decidir en que ambiente los vamos a poner. Mientras no se vea con claridad este problema el acoso escolar no se va a terminar, pero como padres podemos decidir si exponemos a nuestros hijos a donde habrá jóvenes acosadores o en uno libre de acoso como lo son los sistemas de educación alternativos. Cómo podemos ver, los padres pueden hacer mucho mas para terminar el problema del bullying que el gobierno o las mismas escuelas.