Es evidente el bajo desempeño académico que manifiestan los miles de estudiantes que egresan de las distintas instituciones educativas.
Sin duda alguna hay una necesidad de una reforma educativa. Por eso es un tema tan recurrente en los ámbitos tanto político como magisterial, y también a nivel de familias, sobre todo de aquellas que les interesa la educación y el futuro de sus hijos.
Reforma es una palabra que resuena por todo el globo, y por lo tanto no es extraño escuchar sobre la necesidad de una reforma educativa. Como nadie niega este hecho, hay todo tipo de iniciativas que parecen atender a esta necesidad, pero que terminan por no tocar el verdadero problema.
Un ejemplo de ello es este elemento peculiar dentro de estas supuestas reformas: La evaluación al magisterio. En primera instancia suena bien, ¿que de malo tiene esto? Acaso ¿no son los maestros los primeros que tienen que aprobar satisfactoriamente? Pues esto depende de que tipo de evaluación se esté aplicando.
En algunas partes esta evaluación ha sido percibida por parte de los maestros como una especie de castigo, y quizás así sea. La reacción del magisterio ha sido de resistencia, de paro de labores, de protestas masivas, en fin, toda suerte de negativas a someterse a estas evaluaciones y por supuesto que esto es interpretado por la sociedad como rebeldía, irresponsabilidad y pereza por parte de los maestros. Claro que en gran parte esta opinión es resultado de como los medios de comunicación presentan la inconformidad del magisterio.
Para entender esta problemática, debe considerarse mas de un punto de vista claro está.
Parece ser que todos entienden la necesidad de ser evaluados, pero a nadie le gusta ser sometido a una prueba donde de antemano se da por hecho que el nivel profesional es deplorable y que se aplicará un examen con el propósito principal de deshacerse de muchos trabajadores de la educación. El mensaje tácito es que «todos son unos burros hasta que se demuestre lo contrario». Seguramente cualquiera se indignaría de ser tratado de esa manera.
Conflicto entre poderes.
Este tipo de reforma, suena a una simple pugna por el poder entre las partes: el gobierno y el sindicato. Y aquí es donde está el problema, pues no son conflictos educativos de fondo, si no de intereses económicos, políticos y de poder principalmente. Todos saben que el sindicato no representa en toda la extensión de la palabra a los maestros, como también son bien conocidos los vicios de los sindicatos, principalmente la corrupción en alianza con el gobierno, y cuando ya no es posible esta alianza desemboca en un conflicto. Las víctimas de estos choques de poder, terminan siendo los verdaderos maestros y principalmente los estudiantes, así como los mas dañados son los hijos cuando los padres dentro de una familia se enfrascan en un pleito constante. Estas entidades en este caso, componen un matrimonio que no está funcionando y que hay que componer por que es imposible un divorcio.
El sindicato arremete con protestas y huelgas y el gobierno con exámenes punitivos, exámenes que son al parecer el recurso principal de esta reforma.
Sin Proyecto de Educación.
El gobierno por su parte dice que pretende recuperar la rectoría de la educación, aunque sus acciones apuntan mas bien a recobrar la gestión administrativa, pero a eso no se le puede llamar reforma educativa. Una reforma educativa necesariamente requiere de un proyecto de educación. Debe comprenderse bien que una reforma educativa sin un proyecto educativo, es una simple reforma administrativa, y hasta ahora, principalmente solo se ha modificado la gestión del sistema, haciendo que la contratación, la promoción y las plazas laborales del magisterio se regulen de otra manera.
Una reforma educativa tiene que ir mas allá. Considerar aspectos como el hecho de que cada año se pierden cientos de miles de estudiantes de 6 a 17 años, o que 32 millones de personas mayores de 15 años permanecen sin educación media o que la mitad de los estudiantes que logran entrar a la universidad, tienen serios problemas en aspectos tan fundamentales como la lectura y escritura, entre otras cosas.
Se defiende tanto la evaluación como si esto resolviera todo problema, pero la evaluación no hace la diferencia que se necesita, así como tomar la presión no controla la hipertensión del paciente. Pero alguien dirá que se necesita para diagnosticar debidamente, pero ¿que si se implanta una reforma no es que ya se hizo ese diagnóstico?
Como decíamos, no es que la evaluación esté mal, solo que evaluación no es igual a reforma educativa como sin querer o queriendo se está dando a entender. Si hablamos de una evaluación efectiva, entonces se tendría que evaluar a todo el sistema educativo en su conjunto, en el que los maestros son solo una parte, pero también lo son las autoridades educativas, los planteles y la filosofía de educación.
A propósito, si hay falta de maestros, ¿no sería mas fácil capacitar a los que hay? La capacitación antes de la evaluación sería parte de una verdadera reforma, pues una evaluación viene después de una capacitación correspondiente.
Lo que debería ser relevante en una reforma educativa es la educación, y en este caso de todos los que componen el sistema, por que cuando los maestros reprueban, lo que está reprobando es el sistema educativo en su conjunto.
Exámenes punitivos y echar culpa a los maestros no es la respuesta. Tendría que atenderse mas bien las raíces del problema. Pero si lo que se tiene es necesidad de despidos, una medida ejecutiva tipo empresarial sería mucho mas efectiva: Solicitar la renuncia de las autoridades de educación en lugar de despedir a miles de trabajadores, que su falta mas grande es la de haber sido formados y trabajar dentro de un sistema profundamente burocrático, que les ha impedido a muchos ser capacitados debidamente.
El gobierno tiene razón en querer deshacerse de los malos manejos del sindicato, pero eso no es la reforma esperada. Reforma es volver a formar, no es remendar. Que no se le llame reforma a lo que solo se le va a poner algún parche. Suponemos que estas reformas tienen un contenido mas profundo que solo lo conocen sus promotores, pero hasta ahora, para la audiencia en general, esta reforma consiste en exámenes a los maestros, en regalar tabletas electrónicas, (no a todos), en aumentar las horas de estudio o en dar comidas en las escuelas. Sin comentar a fondo todo ello, eso no es una reforma de educación.
Toda esta cuestión solo nos lleva a reflexionar sobre todo el tiempo que tiene que pasar para que nuestros sistemas de educación masivos alcancen un nivel aceptable. Mientras tanto, a todos los que nos interesa la educación, afortunadamente podemos seguir optando por sistemas alternativos de educación, en las que éstas cuestiones que son ajenas al desarrollo educativo quedan excluidas. Por eso cada vez mas, sistemas como escuela en casa o escuela en línea, siguen creciendo en usuarios, debido a las características favorables que eventualmente abordamos en estas páginas.